En 1956, el informático norteamericano John McCarthy creó el término inteligencia artificial (IA) definiéndolo como: “la ciencia de hacer máquinas inteligentes”. Así, se puede hablar de IA cuando nos referimos a máquinas que poseen la capacidad de reflexionar, de percibir su entorno, interactuar con otros individuos y, en definitiva, de realizar cualquier acción de tipo cognitivo.
El modelo de referencia y a imitar es el ser humano, ya que se quieren crear sistemas que actúen y razonen como una persona (esto hace que muchos critiquen esta idea por antropocéntrica).
En la actualidad existen dos escuelas que tratan la IA desde enfoques distintos:
La convencional. Toma como modelo al comportamiento humano, centrándose en el enfoque racional y deductivo de las personas. Es decir, estudia el modo en el que un ser humano resuelve un problema para aplicarlo a las máquinas.
La computacional. Toma como modelo la dimensión interactiva del comportamiento humano, centrándose en el aspecto empírico racional del mismo. Es decir, estudia la capacidad humana de aprender algo nuevo para aplicarlo a las máquinas.
Después de leer la información y de ver el siguiente video sobre IA, contestar a las preguntas.
¿Pueden pensar las máquinas? El matemático y filósofo Alan Turing pensaba que esta pregunta era demasiado vaga, así que la reformuló de este modo: ¿puede ser una máquina confundida erróneamente con una persona? Para responder a estas pregunta ideó, a mediados del siglo pasado, el experimento de la habitación (test de Turing). Lo veremos en el próximo video.
Para el pensador John Searle la posibilidad de que las máquinas posean una autoconciencia o conciencia reflexiva es absurda. Las máquinas reciben información y la procesan para dar una respuesta determinada; pero nunca llegan a entender o interpretar los mensajes (recibidos o emitidos). También Searle nos propone un experimento mental. Se trata de la "habitación china".
Ver los dos videos y contestar a las preguntas. El primero es sobre el test de Turing y la habitación china de Searle.
La siguiente escena está extraída de la película Blade Runner. En ella podemos ver un ejemplo de aplicación del test de Turing.
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