Algunas teorías éticas: la búsqueda de la felicidad

¿Qué es una teoría ética?

La ética trata de responder a tres cuestiones, la primera de las cuáles ya ha sido contestada. Para responder a la segunda, ¿cuál es el fundamento de la moral?, hemos de reflexionar acerca de la validez de las acciones y normas morales, es decir, hemos de averiguar cuándo una elección es moralmente razonable o cuándo hemos actuado conforme a normas morales adecuadas.

Para explicar estas cuestiones han nacido distintas teorías éticas, cada una de las cuales ha ofrecido un criterio de racionalidad. 

Una teoría ética se plantea la cuestión de cuándo es válida una norma moral o de cuándo una acción es moralmente correcta. Es decir, trata de determinar un criterio de validez que permita responder a tales cuestiones.

Desde una perspectiva religiosa, ese criterio de validez lo hallamos en una realidad superior (dios), pero desde una perspectiva humanista, ese criterio solo puede ser la naturaleza humana.

Centrándonos en la segunda perspectiva, analizaremos el que presentan algunas de las teorías que siguen teniendo mayor relevancia, tanto por su calidad teórica como por su fecundidad a la hora de tomar decisiones. Las teorías que vamos a estudiar se pueden dividir en dos grupos:  

Las pertenecientes al primer grupo nacen en Grecia en el siglo IV a.C., con la convicción de que lo moral consiste en la búsqueda de la felicidad. Por eso -piensan- la ética ha de descubrir qué tipo de racionalidad nos llevará a conseguirla y qué criterio ha de utilizar esa racionalidad.

Las del segundo grupo -la kantiana y la dialógica- surgen, respectivamente, a finales del siglo XVIII y en el último cuarto del XX. Aunque para ambas resulta obvio que los seres humanos deseamos ser felices, consideran que no es ése el verdadero problema moral: la verdadera cuestión moral es si existe algún tipo de seres a los que no se debe manipular, a los que hay que reconocer una dignidad, y qué criterio debemos aplicar al tomar decisiones para respetar realmente esa dignidad. 


La búsqueda de la felicidad

Según este grupo de teorías éticas, la naturaleza humana tiende a alcanzar un fin último que no es otro que la felicidad. Son las teorías eudemonistas cuyo objetivo es determinar en qué consiste esa felicidad o fin último de la vida humana y establecer reglas morales que nos permitan alcanzarla.

El hedonismo radical

"hedonismo" proviene del término griego "hedoné" que significa placer. Este tipo de teoría identifica la felicidad con el placer, siendo éste el criterio de validez de las normas y acciones morales. Una acción o una norma son moralmente correctas cuando proporcionan placer al ser humano, e incorrectas o inadecuadas cuando traen consigo algún pesar o dolor. El objetivo de la vida humana es conseguir el máximo placer y en evitar el dolor. 

Se trata de un hedonismo radical porque hablan de placeres inmediatos y corporales (materiales), que no requieren de la reflexión o decisión racional por parte de los individuos.

Epicureísmo

Esta teoría ética fue fundada por Epicuro de Samos. Se trata de una teoría hedonista, por lo que identifica la felicidad con la búsqueda del placer. Pero en este caso, y en oposición al hedonismo radical, la obtención del placer está regida por un cálculo racional, es decir, intervine una racionalidad que podemos llamar calculadora.

La razón que nos propone Epicuro debe priorizar los placeres más duraderos y propios del espíritu sobre los inmediatos y corporales (de carácter material). Por otro lado, la razón nos aconsejará en ocasiones renunciar a determinados placeres (si de ellos se derivan un mayor dolor) o aceptar ciertos dolores (si de ellos se derivan un placer mayor). En resumen, la razón es la que calcula y decide en función del máximo de placer y el mínimo de dolor.

Utilitarismo

Su fundador es Jeremy Benthan, filósofo del siglo XIX. Esta teoría ética identifica lo bueno o felicidad con el placer (se trata, pues, de un hedonismo) entendido este último como lo útil, es decir, lo que proporciona mayor bienestar al mayor número posible de personas. Éste es su criterio moral y en calcular el mayor bienestar para el mayor número debe empeñarse la razón del ser humano al actuar y decidir.  

El utilitarismo se opone al hedonismo radical y al hedonismo de Epicuro, ya que ambas teorías ofrecen una visión individualista de la felicidad. Las dos citadas teorías persiguen el placer de uno mismo. Sin embargo, el utilitarismo consiste en un hedonismo social. Basándose en el sentimiento de simpatía o empatía presente en todo ser humano, nos propone como crieterio moral la felicidad de la mayoría.


Cinismo


No todas las teorías eudemonistas identifican la felicidad y lo bueno con el placer. Este es el caso del cisnismo, corriente fundada por Antístenes y defendida por filósofos como Diógenes de Sinope. En opinión de los cínicos la felicidad consiste en la autosuficiencia o independencia, entendidas como desapego. Es decir, el objetivo es no desear ni necesitar nada material ni físico e, incluso, huir de las dependencias emocionales. Se trata de mantener una actitud de imperturbabilidad del cuerpo y del alma. 

Para alcanzar esta felicidad o imperturbabilidad proponen un camino o ascesis que requiere de un ejercicio y control mental y físico.

En su aspiración de alcanzar una libertad radical (no depender de nada ni de nadie) se consideran a sí mismos cosmopolitas (ciudadanos del mundo), no sujetos a las leyes, instituciones, tradiciones o convencionalismos sociales, de los que acaban burlándose.



Ética aristotélica

Tampoco Aristóteles identifica felicidad y placer. En este caso la felicidad consiste en una actividad, en el ejercicio de la virtud, consistiendo ésta en la elección racional y prudente del término medio entre dos extremos igualmente viciosos. De este modo, el término medio se convierte en el criterio de validez moral en la ética de Aristóteles.

La ética aristotélica propone como finalidad última de la vida humana la autorrealización, es decir, el desarrollo de nuestras potencialidades en actividades satisfactorias que den sentido a nuestra vida.

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