Antecedentes del monismo materialista

Antecedentes históricos del monismo materialista: Demócrito, Epicuro y Lucrecio
Con respecto al problema de si existe o no un alma o mente inmaterial distinta cualitativamente del cuerpo, la cultura occidental ha sido básicamente dualista. No obstante, ha habido filósofos o pensadores importantes que han negado tal distinción. El ser humano, al igual que toda la realidad, es de carácter material. Si existe el alma ha de ser, pues, también material. Todo es explicable en términos de materia o energía. Veamos cuáles son algunos de los filósofos que han sostenido esta postura y que sirven de antecedente al monismo materialista tal y como se sostiene hoy día.

Demócrito y Heráclito, el oscuro. Cuadro pintado por Rubens


Demócrito de abdera, filósofo griego del siglo V-IV a.c., sostiene una teoría ontológica materialista con respecto a la realidad que se denomina "atomismo". Toda la realidad está formada por átomos y vacío, que es no-ser, ausencia de realidad, el lugar en el que se mueven los átomos. Los átomos son partículas materiales indivisibles, no tienen partes, son simples. No tienen diferencias cualitativas, no se diferencian por su sabor, su color o su textura. se diferencian unos de otros cuantitativamente, por su forma, tamaño y posición. Son como piezas de un rompecabeza moviéndose azarosamente en el vacío, chocando entre sí o enlazándose unos con otros. Todos los fenómenos se explican por el contacto o choque entre estas partículas materiales.

El ser humano, sus sensaciones y demás fenómenos psíquicos también son explicables en términos materiales. Demócrito no niega la existencia del alma, pero afirma que, al igual que el cuerpo, está compuesta de átomos materiales, más finos o sutiles que los del cuerpo.

Epicuro de Samos, filósofo griego del siglo III a.c. A nivel ontológico defendió la teoría física atomista de Demócrito. Sin embargo, el objetivo fundamental de su filosofía era ético: alcanzar la felicidad. Para ello el individuo ha de perseguir los placeres y evitar, en lo posible, el dolor. Los miedos y, en concreto el miedo a la muerte, son causas de dolor en el ser humano. Es pues necesario eliminar esos miedos para alcanzar la felicidad. En opinión de Epicuro, no hemos de temer a la muerte ya que ella no es nada para nosotros. La muerte no es más que descompisición o disgregación de los átomos que están unidos. La muerte es, pues, ausencia de sensación. Después de la muerte no hay nada. El alma compuesta de átomos no sobrevive a la muerte del cuerpo.

La ética hedonista (buscar la felicidad a través del placer) de Epicuro tuvo muchos seguidores, como Lucrecio, poeta y filósofo epicúreo del siglo I a.c. y aún hoy día tiene muchos defensores.

Esta concepción materialista de la vida y el hombre no tuvo ya mayores repercusiones en la cultura europea hasta la aparición de la ciencia moderna con Thomas Hobbes y Gassendy. Finalmente vuelve a resugir en los siglos XIX y XX. 

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